La pintora mexicana expresó en sus textos epistolares los momentos de sufrimiento más significativos de su vida. Como cuando perdió su hijo o el momento en que se divorció del muralista Diego Rivera
Frida Kahlo dudaba si interrumpir o no un nuevo embarazo. «Usted mejor que nadie sabe en qué condiciones estoy», escribió a su médico y amigo cercano, Leo Eloesser.
«En primer lugar con esa herencia en la sangre no creo yo que el niño pudiera salir muy sano. En segundo yo no estoy fuerte y el embarazo me debilitaría más».
El mensaje forma parte de una colección de cartas de Kahlo que ahora se exhibe en Ciudad de México.
La muestra, llamada Ecos de tinta y papel. De la intimidad de Frida Kahlo, revela aspectos poco conocidos de la pintora, considerada un icono de la cultura mexicana:
Los conflictos en su relación con Diego Rivera, el dolor «como vidrios» en el cuerpo por enfermedades y problemas en la columna vertebral, la alegría hasta el llanto por recibir una carta de su amante.
Una muestra de los distintos momentos de la vida de la pintora con pasajes de profunda alegría, pero también de tristeza y decepción.
Las cartas, estampillas postales, telegramas y fotografías se exhiben en el Museo casa estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, en la capital mexicana.
Tristeza
La carta donde habla del embarazo fue escrita en 1934. Frida se encontraba en Detroit, Estados Unidos, donde Rivera pintaba un mural.
Las dudas que expresó a su amigo no eran solo por su condición de salud.
Kahlo no estaba segura que su pareja realmente deseara un hijo. Así, en un principio decidió que no naciera.
El médico que la atendía en Detroit le ordenó que tomara quinina y aceite de ricino. La medicación fracasó.
«Tuve una ligerísima hemorragia, casi nada», escribió. «Yo creí que había abortado y fui a ver al doctor Pratt otra vez».
«Me examinó y me dijo que no, que él está completamente seguro de que no aborté».
Frida decidió entonces continuar con el embarazo, pero semanas después sufrió un aborto espontáneo.
La pintora estaba profundamente triste. «Tenía yo tanta ilusión de tener a un Dieguito, que lloré mucho», escribió en otra carta a Eloesser.
Complicidad
Entre la correspondencia epistolar que muestra la exposición abundan mensajes de Kahlo a su médico, a quien solía llamar «doctorcito lindo».
Con él la relación era de confianza, cercanía y a veces de complicidad.
El 23 de noviembre de 1940, por ejemplo, le envió desde Nueva York un telegrama para pedirle que reservara una habitación en un hotel «no muy elegante».
Eloesser vivía en San Francisco, California. El viaje de la pintora pretendía ser discreto, sobre todo para evitar una ceremonia a la que no quería asistir.
«No digas a nadie de mi llegada», continúa el telegrama.
«Quiero escapar de ir inauguración fresco. No quiero encontrarme Paulette, otras viejas. Recibe mi corazón millones besos».
«Si juera estampilla»
En otra carta narra el episodio en que el empresario Alberto Pani se negó a exhibir el mural «Carnaval de la vida mexicana».
La obra sería colocada en uno de sus hoteles en Ciudad de México, pero cuando la vio pretendió guardarla, porque la pintura contenía mensajes políticos con los que no estaba de acuerdo.
De incidente escribió Frida:
«Hubo aquí un señor que se cree ‘Rockefeller’ y quiso hacer de las suyas con los frescos que Diego pintó en su hotel pero quedó en el más completo ridículo».
«Se quedó como el perro de las dos tortas, sin los frescos y sin el dinero que pagó por ellos».
A diferencia de la mayoría que envió a su amigo, esta carta fue mecanografiada aunque conserva el mismo tono cariñoso.
«Aquí le va un versito de esos que cantan en las plazas», dice.
«Si juera tinta corriera/si juera papel volara/si juera yo una estampilla,/en este sobre me juera».
El divorcio
Cristina Kalho, curadora de la exposición, dice que en ella se muestra a Diego y Frida como una pareja similar a muchas otras, con distanciamientos, enojos, problemas de salud o de dinero.
Por ejemplo en una carta a la actriz Dolores del Río, amiga cercana de la pareja, la pintora lamenta no poder pagarle un préstamo de 250 pesos.
«Debes comprender linda que después del divorcio de Diego me ha costado mucho trabajo nivelar mis gastos», cuenta.
«No quiero admitirle ni un centavo a pesar de que él me lo propuso». La pintora subrayó esta frase.
La ruptura de su matrimonio fue un episodio doloroso. Kahlo se lo contó al fotógrafo Nickolas Muray, con quien tenía una relación sentimental.
«Mi situación con Diego fue de peor en peor», escribió el 13 de octubre de 1939.
«Después de la última pelea que tuve con él (por teléfono) porque hace casi un mes que no lo veo, entendí que para él es mucho mejor que me deje».
«Me dijo las peores cosas que puedes imaginar y los más sucios insultos que jamás hubiera esperado de él».
«Ahora me siento tan podrida y sola que me parece que nadie en el mundo ha sufrido como yo».
Semanas después de enviar la carta, la pintora y el muralista se divorciaron.
Al año siguiente volvieron a casarse. La siguiente separación fue en 1954, cuando murió Frida Kahlo.
BBC Mundo