El vino blanco presenta además otra peculiaridad, ya que es el único que se puede elaborar con cualquier tipo de uva, con independencia del color de ésta.
Desconocemos el origen del término «vino blanco», pero no hace falta «ser un lince» para ver que no es blanco, es amarillo. Aunque aceptaremos esta expresión al menos como forma de distinguirlo del vino tinto y el rosado.
De hecho, existen muchas gamas de colores dentro de los vinos blancos, desde el más pálido y transparente, que casi parece agua, hasta el ámbar o anaranjado, pasando por diferentes gamas de amarillos y dorados.
El vino blanco presenta además otra peculiaridad, ya que es el único que se puede elaborar con cualquier tipo de uva, con independencia del color de ésta.
Para profundizar un poco más en este concepto, hemos contado con la colaboración de Bodegas Nairoa, productores de ALBERTE, uno de los vinos blancos más reconocidos a nivel mundial.
De este modo, para entender mejor la manera de obtener vino a partir de cualquier cepa, podemos hacer una clasificación del vino según el color de la uva empleada.
Por un lado, obtendríamos vino blanco de las uvas blancas -que, por cierto, tampoco son blancas. Las uvas blancas pueden ser de color verde, verdoso, amarillo verdoso, amarillo, amarillo dorado, o incluso amarillo rosado. Básicamente, las uvas blancas incluyen todos los tipos de uva que no son tintas, esto es, de color rojo oscuro o azulado oscuro. Con uvas blancas, siempre se obtendrá vino blanco.
Por otro lado, la segunda manera con la que podemos elaborar un vino blanco es un poco más complicada. El proceso implica el uso de uvas tintas de las cuáles sólo extraemos el mosto, no las pieles. El mosto o zumo de uva de la mayoría de las uvas tintas no tiene pigmentación alguna, el color procede de las pieles, donde se encuentran los Antocianos, un polifenol encargado de dar color al vino durante el proceso de maceración.
En este caso, para extraer el mosto de los racimos se pueden emplear dos técnicas, bien mediante un suave escurrido para extraer el primer mosto o mosto flor, sin dejar pasar los hollejos (pieles, pulpas, semillas o tallos), bien pasando los racimos por una máquina con rodillos (despalilladora) que rompe las pieles y extrae los hollejos a fin de favorecer la posterior operación de prensado.
En la práctica, sin embargo, son muy pocos vinos blancos los que proceden de uvas tintas. A estos tipos de vinos, blancos procedentes de uvas tintas, se los denominan «Blanc de Noirs» (Blanco de Negro, del francés) debido a que esta técnica se originó en el país galo.
La producción de Blanc de Noirs, aunque presente en todo el mundo, es muy limitada y suele emplearse especialmente para vinos espumosos, como Champagne o Cava. También podemos encontrar algunos vinos tranquilos Blanc de Noirs en California.
De igual modo, aunque la técnica permite la obtención de estos blancos con casi cualquier cepa, las más usadas son la Pinot Noir y Pinot Meunier.
La calidad de estos tipos de vinos no difiere de cualquier otro buen blanco, si bien su valor radica en la delicadeza y esfuerzo que se requiere para obtener un vino blanco con uvas tintas.
Fuente: vinetur