1 Lo primero que tenemos que hacer es mezclar el azúcar con los huevos y echar un poco de sal. Ten en cuenta que tienes que batir con paciencia hasta que te quede una pasta blanquecina, homogénea y esponjosa; puedes ayudarte con unas varillas eléctricas para conseguir esta textura lo más rápido posible.

Cuando tengamos la textura que buscamos será el momento de tamizar la harina y, una vez lista, irla añadiendo poco a poco a la mezcla para que se fundan todos los ingredientes. Tendrás que ir removiendo todo de manera conjunta para que quede todo perfectamente repartido; a continuación, añade el coco rallado y sigue batiéndolo todo hasta que se mezclen. Acto seguido encenderemos el horno a 180ºC para que vaya cogiendo la temperatura que necesitaremos para cocinar nuestras galletas de coco.

Ahora recuperaremos la pasta que hemos hecho en el punto anterior y con la ayuda de una cuchara o de nuestras propias manos cogeremos un poco de masa y la pondremos sobre un papel vegetal que es apto para el horno. Piensa que esa cantidad que hayas cogido será tu galleta por lo que si quieres darle alguna forma en concreto ahora es el momento de usar el molde. Sobre todo cuando vayas colocando la masa de las galletas en el papel debes dejar una distancia prudencial entre ellas para que, con la cocción, no terminen pegándose. .

Ahora deberemos poner el papel vegetal sobre una bandeja para que el soporte de nuestras galletas de coco sea rígido y no se rompa a la mínima de cambio; introdúcelo en el horno que estará precalentado y deja que se cueza durante unos 10 minutos. Verás cómo cambia el color de las galletas y se muestran más doradas, es el momento de comprobar si están hechas pinchando un palillo y viendo si sale o no seco; si aún está un poco húmedo deja que se cuezan unos minutos más pero sin marcharte de la cocina para controlar que no se quemen.

Una vez estén listas las galletas de coco, sácalas del horno y deja que se enfríen antes de intentar sacarlas de la bandeja. Es importante que esperes un rato porque, de lo contrario, podrían romperse. Cuando veas que ya están frías, sácalas con una espátula y sírvelas a la mesa. ¡Buen provecho!