La venezolana Jessica Ramella dejó nuestro país hace unos 13 años y luchó siempre por sus sueños, por lo que ahora tiene un contrato por un año con el empresario Chatri Sityodtong, primer ejecutivo de ONE Championship en Singapur.
Su experiencia en la competencia El Aprendiz de Singapur la describe como una ‘’Transformación’’, pues se convirtió en la primera venezolana en ganar el programa, recordemos que en el año 2012, Dayana Mendoza y Patricia Velásquez lo intentaron en Estados Unidos, pero no ganaron.
Para ella, la persona que entró al programa no es la misma que salió pues cuenta que este reto que tomó la obligó a descubrirse y la hizo entender su capacidad. Ahora tendrá un contrato de 250.000 dólares al año: «Nunca me imaginé que iba a llegar aquí, pero siempre lo soñé. Aunque me fui de Venezuela hace 13 años, la situación era totalmente distinta a la actual, llegué a tener ese sentimiento de no saber qué quería hacer con mi vida o de cómo iba a construir un futuro como el que tuvieron mis padres. También tenía hambre de conocer diferentes culturas y soñaba con salir para conocer el mundo».
Agregó: «Nunca en mi vida pensé en aplicar a un reality. Me dí cuenta de que mi vida era muy similar a la de Chatri. Me pareció que la coincidencia era muy grande, y si quería algún mentor lo mejor sería alguien que haya pasado por lo mismo que yo. Dos meses después estaba encerrada en hotel iniciando la competencia».
«Ser una venezolana que había sido aceptada en el show, dentro de tantas nacionalidades, y además ser la única que representaba a Suramérica, se sentía como un honor. Pero al mismo tiempo era mucha presión. Cuando ya estaba en el final de la competencia comencé a pensar que sería increíble demostrar que las venezolanas ganamos más que el Miss Universo y eso me daba ilusión de seguir haciéndolo», explica.
Ahora tiene como meta: «Ayudar a inspirar a las mujeres en todo el mundo. Inspirarlas a que sigan sus sueños y a que sean ellas mismas. También que puedan conseguir todo lo que quieran. Tengo miles de sueños que aún me quedan por alcanzar, así que seguirán escuchando de mí… Ser una venezolana que había sido aceptada en el show, dentro de tantas nacionalidades, y además ser la única que representaba a Suramérica, se sentía como un honor. Pero al mismo tiempo era mucha presión»