Con una capacidad de reducir en más del 95% la carga viral de patógenos comunes, investigadores de la Universidad de Pensilvania realizaron una innovación que podría transformar el control de enfermedades. Cuál podría ser su impacto
por INFOBAE
Las pandemias han estado presentes en el mundo desde hace siglos. De hecho, la primera de la que se tiene registro tuvo lugar en el año 541 (siglo VI), cuando la bacteria Yersinia pestis se cobró la vida de más de 25 millones de personas en el Imperio Bizantino. Desde ese momento hasta la más reciente, con el COVID-19 como protagonista, los patógenos han asolado a la humanidad en distintas épocas de la historia. Ahora, investigadores de la Universidad de Pensilvania desarrollaron un chicle con propiedades antivirales. Es que esta goma de mascar puede reducir, en más de un 95%, las cargas virales de patógenos como el herpes y la gripe.
El enfoque tradicional para controlar las epidemias ha sido el desarrollo de vacunas y tratamientos antivirales. Sin embargo, algunos virus siguen siendo resistentes, y la implementación de vacunas no siempre ha logrado la cobertura esperada. De acuerdo con los investigadores, este chicle antiviral fue formulado específicamente para dar respuesta a esta situación y combatir patógenos de transmisión oral, como son el herpes simple (HSV-1 y HSV-2) y cepas de influenza A (H1N1 y H3N2).
La proteína activa de la goma de mascar, extraída de frijoles lablab, actúa neutralizando estos patógenos directamente en la cavidad oral, donde la transmisión de los gérmenes ocurre con mayor frecuencia. El chicle, de acuerdo con el trabajo publicado en la revista Molecular Therapy, liberaría de manera constante una proteína antiviral en la boca para anular el principal punto de entrada de estos patógenos, por lo cual, los expertos aseguran que podría convertirse en una herramienta preventiva accesible y práctica para controlar la transmisión de enfermedades.

Un chicle antiviral, cómo se desarrolló esta propuesta innovadora
El estudio, liderado por el profesor Henry Daniell de la Facultad de Medicina Dental de la Universidad de Pensilvania, se basa en investigaciones previas que demostraron la eficacia de un chicle similar contra el SARS-CoV-2. En esta ocasión, se utilizaron frijoles lablab (Lablab purpureus), una leguminosa que ha demostrado tener propiedades que neutralizan virus comunes de transmisión oral gracias a la proteína antiviral FRIL.
Pero eso no es todo, ya que la característica principal de este chicle es su capacidad para liberar la proteína FRIL de manera constante durante el proceso de masticado, situación que permite una acción directa en la cavidad oral (tanto boca como garganta), sitio crucial para la transmisión y replicación de virus como el herpes simple y las cepas de influenza A.
Lo cierto es que, de acuerdo con los investigadores, los estudios de laboratorio realizados hasta el momento mostraron resultados prometedores: una reducción de más del 95% en la carga viral de las cepas de influenza A (H1N1 y H3N2) y herpes simple (HSV-1 y HSV-2). Estos resultados indican que el chicle antiviral no solo es efectivo, sino también potencialmente una herramienta útil, sencilla y accesible en el control de la propagación de enfermedades virales comunes, en comparación con otros tratamientos.

La proteína FRIL tiene la capacidad de unirse a los glicanos presentes en las envolturas de los virus, atrapándolos y neutralizándolos. En pruebas de laboratorio, una tableta de goma de mascar de 2 gramos, que contiene 40 miligramos de esta proteína, logró un nivel de eficacia comparable con estudios previos donde se analizó un chicle contra el SARS-CoV-2, el cual redujo significativamente la presencia del virus en la saliva de pacientes infectados.
De acuerdo con el comunicado de prensa, los científicos “prepararon la goma de mascar como un medicamento de grado clínico para cumplir con las especificaciones de la FDA para medicamentos y determinaron que era segura”. Por lo cual, Daniell aseveró: “Estas observaciones son un buen augurio para la evaluación de la goma de soja en estudios clínicos en humanos para minimizar la infección/transmisión del virus”.
¿Un chicle con impacto en la salud pública?
Aunque puede parecer extremo, este avance podría tener un potencial impacto en la salud pública, más aún cuando se trata de las enfermedades virales más comunes. Con una gran capacidad de reducir las cargas virales, este chicle podría convertirse en una herramienta clave en la lucha contra enfermedades respiratorias y de transmisión oral, además de presentarse con una posible solución ante una futura pandemia.

Un ejemplo de esto es que, al actuar directamente en la cavidad oral, tiene el potencial de frenar la propagación de virus como el HSV-1 que, se estima, afecta a 3800 millones de personas menores de 50 años (64%) en todo el mundo, de acuerdo a datos de la OMS. Esta afección, que impacta a más de dos tercios de la población mundial, generalmente es asintomática o pasa desapercibida, pero presenta entre los síntomas vesículas o úlceras dolorosas que pueden reaparecer periódicamente al cabo de un tiempo. Asimismo, la influenza estacional causa miles de muertes cada año.
Vale destacar que el impacto potencial de esta tecnología es significativo, especialmente en un contexto donde las tasas de vacunación contra enfermedades como la gripe son bajas y no existen vacunas aprobadas para virus como el herpes simple. Es más, el profesor Daniell, líder del estudio, aseguró que el desarrollo no solo podría beneficiar a los humanos, sino también a otras especies, ya que los investigadores están explorando su uso para combatir la gripe avia.
Asimismo, el chicle ha demostrado ser seguro. Los investigadores lo prepararon como un medicamento de grado clínico, cumpliendo con los estándares de seguridad de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), lo que allana el camino para su evaluación en ensayos clínicos en humanos. Pero eso no es todo, ya que también se evaluó su estabilidad, mostrando que la proteína FRIL permanece funcional durante más de dos años cuando se almacena a temperatura ambiente, lo que facilita su distribución y uso en diferentes entornos.