El punto P, también conocido como el punto prostático, es una zona clave de la anatomía masculina para el placer y se ubica en la zona de la pared anterior del recto cercana a la próstata, a unos cuatro centímetros del ano.
El punto P se puede estimular a través del perineo, que es la zona entre el escroto y el ano, o directamente mediante la estimulación anal. Al introducir un dedo (se recomienda usar lubricante para mayor comodidad) de 5 a 7 cm y realizar una suave presión en este punto puede notarse la próstata –una glándula del tamaño de una nuez rugosa o una castaña– y esto será un claro indicativo de que hemos llegado al punto P.
Como en la mayoría de las prácticas sexuales, para algunos hombres la estimulación del punto P es sumamente excitante. Para otros, en cambio, es impensable o incluso desagradable. Pero, en general, la estimulación del punto P puede resultar en sensaciones muy placenteras e intensas, y en algunos casos, puede llevar a un orgasmo prostático, que se describe como una experiencia distinta y a veces más intensa que el orgasmo convencional asociado con la estimulación del pene. En todo caso, es una estimulación erótica al alcance de quienes deseen experimentarla.
Además del placer, la estimulación regular de la próstata se ha sugerido que podría tener beneficios para la salud, como la mejora del flujo sanguíneo y la reducción del riesgo de problemas prostáticos. Sin embargo, también es importante tomar precauciones para evitar infecciones o lesiones, como mantener una buena higiene y usar técnicas y herramientas adecuadas.
Antes de iniciar la estimulación del punto P es importante que las personas que participen lo hagan de forma voluntaria, libre y sin presión. Es esencial tener en cuenta que no se puede forzar a nadie a tener esta experiencia, y que un buen modo de iniciarse en ella es hacerlo de forma gradual, respetando los límites de cada uno.
En las primeras ocasiones es muy recomendable tomárselo con calma, como un juego y un proceso de descubrimiento, acompasándose al ritmo del hombre que está siendo estimulado y, por supuesto, también al ritmo de quien está estimulando.
Es importante jugar y dejarse llevar por las sensaciones utilizando el método de ensayo y error, ya que no necesariamente saldrá bien a la primera, pero bien puede ser todo un éxito a la tercera o cuarta ocasión. Como en todo, se requiere un periodo de aprendizaje y de práctica.
La primera experiencia puede estar asociada a cierto sentimiento de temor que es necesario atender. Esta práctica sexual puede resultar incómoda e inquietante al principio por ser un estímulo poco conocido y rodeado de tabúes.
Por ello, ir paso a paso y sin prisas es un modo interesante de aproximarse a este centro del placer masculino. Se trata, por tanto, de ir ganado terreno conforme uno va sintiéndose más cómodo.
Además, es indispensable aplicar un lubricante en la zona anal para facilitar la penetración y poder alcanzar el punto P con mayor facilidad y fluidez. Lo idóneo es utilizar un lubricante especifico para la zona anal, por ser más denso y duradero y facilitar así la penetración. Se recomienda que el lubricante sea de base acuosa para permitir que el organismo lo elimine con facilidad y para no deteriorar los juguetes eróticos y poder limpiarlos simplemente con agua y jabón al acabar.
Finalmente, aprender a relajar el esfínter anal es otro de los hitos para la estimulación placentera del punto P. La tranquilidad, la confianza en la pareja (o en uno mismo) y la buena comunicación con ésta, así como la adquisición del vibrador y el lubricante adecuados, son aspectos relevantes para el éxito.
Vía WebConsultas