Celular en mano, cientos de personas inmortalizan el pebetero elevándose sobre el cielo a bordo de un globo aerostático, una nueva atracción turística en el París olímpico que ilumina sus ojos y el anochecer de la capital.
El ambiente es mágico. La omnipresente lluvia de los dos últimos días ha dado pasó a un tímido sol, que tiñó de naranja y rosa el atardecer en los jardines frente al Museo del Louvre, desde donde se contempla asomarse la Torre Eiffel.
«Es muy emocionante», asegura la mexicana Vanessa Vélez. «Desde ayer por la noche venimos a verlo. Es muy original que esté en la ciudad y no en un estadio, así todo el mundo puede gozar», agrega esta turista de 40 años.
«Todo el mundo puede gozar»
El pebetero era una de las grandes sorpresas de la ceremonia inaugural, que la víspera abandonó los tradicionales estadios olímpicos para tomar la «Ciudad de la Luz» y, sobre todo, su emblemático río Sena.
Con la música de fondo de ‘Himno al amor’ de Edith Piaf, interpretado por una emocionada Céline Dion desde la Torre Eiffel, el globo empezó a subir al cielo y el público descubrió la sorpresa.
Pero no era la única innovación. La llama es en realidad un «potente flujo de luz» proyectado sobre una «nube de agua», explicó este sábado la compañía eléctrica EDF, creadora de esta llama «100% eléctrica».
«Es algo que no creo que volvamos a ver. Es magnífico, es la primera vez. Es una primicia mundial. Y de cerca, a los pies, es mágico», asegura Marie-Noëlle Tarance, una visitante francesa de 65 años.
«¿Usted está ya inscrito?»
El comité de organización de los Juegos Olímpicos (COJO) estima que unas 10.000 personas, como Tarance, podrán acercarse cada día al pebetero durante la mañana y la tarde, cuando esté al ras del suelo en el Jardín de Tullerías.
Pero se necesita reservar una entrada gratuita. «¿Usted está ya inscrito?», reza el panel informativo rosa situado a la entrada, que algunos visitantes, decepcionados de no poder acceder, fotografían para tomar los datos.
«Es precioso, único. Espero poder visitarlo pronto», explica Elizabeth Bell, una canadiense de 55 años, que reconoce que rompió a llorar cuando vio a su compatriota Céline Dion cantar de nuevo.
Entre la multitud, Albin, un parisino de 49 años, acaba de llegar con su bicicleta y lo primero que hace es realizar un video para enviárselo a su pareja y como recuerdo, «para poder verlo dentro de 10, 20 años».
«Ayer estaba en una zona para aficionados y hoy quise venir a verlo en persona», explica el hombre, quien se dice «emocionado» por su simbolismo y por que esté París, «su ciudad».
A la espera de poder descubrir sus detalles de cerca, muchos se arman de paciencia para poder contemplar cómo se eleva más de 60 metros sobre París. «¿A qué hora?», «¿Cuánto queda?», preguntan impacientes.
«¡Ohhhhh!», exclaman los presentes, cuando el globo empieza su ascensión. Para este primer día con público presente, habrán tenido que esperar hasta poco después de las 22H00 de la noche. AFP