El ruido del helicóptero se hizo cada vez más fuerte a medida que se acercaba a una manada de caballos salvajes que pastaban en la llanura. Los animales relincharon y emprendieron un galope cuando lo vieron demasiado cerca.
El helicóptero estaba siendo usado para desplazar a otras zonas a cientos de caballos salvajes de las montañas del oeste de Utah poco antes de que el gobierno de Joe Biden anunciase que aumentaría la cantidad de equinos a ser trasladados a otras regiones. Es una medida de emergencia que las autoridades consideran vital para preservar el ecosistema y a los mismos caballos en medio de una feroz sequía agravada por el cambio climático.
“Lo que vemos aquí en el oeste da una idea de la nueva situación que vivimos”, comentó Terry Messmer, profesor de la Universidad Estatal de Utah que estudia el trato que se da a los caballos.
Los traslados echan leña al fuego de un viejo conflicto en torno a animales cuya belleza y potencia es un símbolo del oeste de Estados Unidos. Activistas dicen que el gobierno aprovecha la sequía para sacar a los caballos de su hábitat y que las tierras sean usadas para que el ganado pueda pastar.
Los caballos capturados son llevados a corrales y pasturas antes de ser ofrecidos en adopción al público. Algunos terminan siendo usados por organismos federales como la Patrulla Fronteriza o son domados en prisiones, como parte de programas para reclusos.
Activistas de Utah trataron infructuosamente de impedir que se llevasen a la manada de Onaqui, que captó la imaginación de celebridades de Hollywood. Algunos de esos animales son tan conocidos que incluso les han dado nombres, como el del patriarca de la manada, “Old Man” (El Viejo). No fue llevado durante una captura de animales en julio, en que las autoridades capturaron unos 300 ejemplares para ser adoptados o mantenidos en cautiverio el resto de sus vidas.
“Es lamentable que el gobierno de Biden siga trasladando caballos y dando vía libre al ganado, que tiene un impacto mucho más grande en las tierras públicas”, afirmó Suzanne Roy, directora ejecutiva de la American Wild Horse Campaign.
La Oficina de Gestión de Tierras supervisa las tierras públicas, sobre todo en el oeste, y es la encargada de manejar la población de caballos salvajes. Planea retirar unos 6.000 ejemplares, sobre todo de Nevada, Oregón, Wyoming y Colorado, para octubre. Esto representa un aumento del 50% respecto al año pasado. Los gestores de la tierra dicen que hay que retirar dos tercios de los caballos salvajes para mantener el equilibrio ecológico.
“En muchos sitios donde hay caballos y burros salvajes no crece la vegetación”, expresó Jason Lutterman, portavoz del Programa Nacional de Caballos Salvajes y Burros de Reno, Nevada.
El gobierno dice que adoptó reformas para garantizar que los caballos capturados son adoptados y no van a parar a mataderos.
Los activistas que combaten el traslado de los caballos admiten que la falta de vegetación y de agua es un problema en algunas zonas, pero sostienen que no es necesario trasladar manadas como la de Onaqui.
Proponen que los caballos se queden y que se hagan tratamientos de fertilización para reducir el tamaño de las manadas, sin apelar a capturas que pueden ser costosas y muy traumáticas para los animales. Un caballo de los Onaqui falleció durante una reciente redada. Messmer dice que ya se usan tratamientos de fertilidad, pero que requieren nuevas dosis anuales que son difíciles de suministrar porque hay que rastrear a los animales y aplicarles dardos tranquilizadores, uno por uno.
Los ganaderos, por su parte, dicen que están usando menos tierras federales de pastoreo. Y que llevan agua a las tierras donde están sus ganados, la cual es usada también por los caballos, de acuerdo con Hunter Ihrman, vocero de la Asociación Nacional de Criadores de Bovinos.
La cantidad de ovejas y ganado bovino que pasta en tierras públicas es mucho más grande que las manadas de caballos salvajes, según Messmer. La gran diferencia es que el ganado es parte de la economía nacional.
“A los estadounidenses les gustan las hamburguesas de McDonald’s y todas esas cosas que tienen carne vacuna”, señaló Messmer.
Los gestores de la tierra quieren duplicar la cantidad de capturas de caballos. Dicen que es un paso muy necesario en 10 estados. Los caballos salvajes están protegidos por las leyes federales, de modo que el plan, de ser aprobado por el Congreso, costaría unos 360 millones de dólares anuales.
Sin estos cambios, aseguran los gestores, los caballos morirán de sed o de hambre. En el 2018 fueron hallados decenas de caballos muertos en un abrevadero seco del norte de Arizona.
Los caballos salvajes de las llanuras son mayormente descendientes de los traídos por los europeos hace cientos de años. Las manadas duplican su tamaño cada cuatro o cinco años, y cuando son demasiado grandes, destruyen la tierra, alteran el abastecimiento de agua y se comen pasto vital para muchas especies, de acuerdo con Messmer.
“En un mundo ideal, deberíamos permitir que estos mustangs permanezcan donde están hasta su muerte”, declaró Kathy DeGonia, presidenta de Piceance Mustang, una organización sin fines de lucro que vela por los intereses de los caballos, conocidos también como “mustangs”. “Pero no hay suficiente agua y comida para mantener a todos estos caballos” en sus hábitat naturales. AP