Durante una entrevista en el programa “Primera Página”, transmitido por Globovisión, Juan Barreto, coordinador nacional del partido Redes, señaló al ser cuestionado por un tuitero de “apoyar” presuntos hechos de corrupción, que ha sido acusado de cosas “de manera infame, pero he salido con mi cara bien lavada y mi frente en alto demostrando mi honestidad, pulcritud y don de gente”.
Asimismo, precisó que “nunca he amparado la corrupción en ninguna parte, siempre la he denunciado” y refirió que la lista Tascón “no fue un acto de corrupción fue un documento que hizo Súmate de María Corina Macho y que Tascón la dio a conocer”.
Sin embargo, una entrevista publicada por El Estímulo el 14 de agosto de 2016, describe el interior de la casa del dirigente político ubicada en la parroquia El Cementerio, en el municipio Libertador de Caracas. En las imágenes reseñadas por el medio, se puede apreciar lo “lujosa” y bien acomodada que está, así como también precisa que el hogar del también periodista es de 3 pisos.
A continuación fragmentos del texto publicado por la página web:
La casa de Barreto –comprada hace 10 años, dice- está ubicada en la parroquia El Cementerio, del oeste de Caracas. Resalta en la calle, desde lejos. Frente a la entrada hay un camión de Redes, el partido político que lidera este controversial periodista y político. La fachada es además punto de encuentro para cuatro hombres que toman unas cervezas y llevan calado al torso un bolso cruzado, similar al que usan para portar sus armas de fuego los escoltas motorizados.
Tenido como uno de los más controversiales analistas políticos desde las entrañas del chavismo, este periodista, abogado, sociólogo y doctor en ciencias sociales, accedió a conversar con El Estímulo para darnos su visión sobre el cuadro actual del país, acaso el más complejo en nuestra historia reciente.
Cuestiona las indefiniciones de Maduro, dice que en realidad el socialismo no ha llegado, duda de la atroz existencia de los colectivos armados, ve al chavismo como una suma de tendencias y un campo minado, y cree que debe haber un diálogo inclusive entre los propios chavistas para evitar que en Venezuela la sangre llegue al río.
La propiedad luce imponente, en medio de las construcciones antiguas de la zona. Es una casa de tres pisos, cubierta de 7 metros y medio de frente por unos 150 de largo, como luego él corrobora. Por dentro, sus paredes son de concreto, tiene seis niveles levantados al antojo y gusto de su dueño. El techo del último piso es de fibra de vidrio transparente, que se desplaza con un motor para dejarlo convertido en terraza, donde tiene su propio huerto, descuidado por la política, cuenta.
El nivel donde nos recibe es un amplio salón dividido por una media pared, entre la amplia cocina y de la sala. Allí conversamos rodeados por el olor a pescado frito. En uno de los descansos de la escalera destaca una obra de arte que admiro como una buena pieza de Soto. Pero rápidamente me corrige y me dice que es una imitación que hizo él mismo.
El Cooperante