Corte Malandra: El culto a los “Robin Hood” venezolanos

Figuras de yeso con pistolas y joyas. Cultos que implican tabaco y anís. Malandros a quienes pedirle uno que otro favor. Tambores que te acerca al más allá. Una Corte que justifica el delito, el homicidio, el secuestro y el robo, amparado en un acto de justicia con sus iguales, con los del barrio. El encuentro con un Dios más terrenal.

En medio del Cementerio General del Sur, entre cruces y sacrilegios, se escuchaba el choque de los caracoles y se respiraba el humo denso del tabaco. Un grupo de personas se reían frente a unas estatuas de yeso adornadas con joyas, gorras, cigarros y pistolas.

Varios eran los que limpiaban el espacio de las tumbas que al parecer, corresponden a quienes en vida estuvieron involucrados en actos delictivos. Ellos son conocidos como los “Robin Hood” venezolanos.

Ismaelito Sánchez, líder del culto denominado la “Corte Malandra”, era mejor conocido como el “Azote del Guarataro” o “El chamo Ismael”. Algunos de sus devotos aseguran que el apodo hace referencia a su conducta “criminal” en uno de los barrios más peligrosos de la capital venezolana, aunque otros comentan que su lugar de origen fue el emblemático 23 de Enero, al oeste de Caracas.

El malandro “espiritual” es adorado por sus “hazañas”, y es que cuenta la leyenda que los delitos que cometía tenían la finalidad de ayudar a sus iguales, a la gente del barrio.

Se dice que  Ismaelito murió de 22 años,  asesinado por un comisario de la antigua Policía Técnica Judicial (PTJ) en la carretera vieja de La Guaira. La vida delictiva le duró solo un corto periodo de tiempo, pero desde su muerte es adorado por cientos de personas que creen en sus milagros.

Este culto no solo es adorado en Venezuela sino que trasciende en varios países de Latinoamérica como Colombia y Brasil.

por Caraota Digital

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