Es noble apoyar a nuestros amigos o familiares cuando están atravesando momentos difíciles. Es una forma de fortalecer la amistad y de merecer su apoyo cuando seamos nosotros quienes estemos en alguna crisis.
Sin embargo, a veces es difícil distinguir a los verdaderos amigos de los que no lo son, a los que piensan pagarnos de los que se enojarán cuando les cobremos y nos dejarán de hablar. Y muchísima gente ha terminado sola y en la quiebra cuando es defraudada por aquellos que dijeron quererlos.
No te arriesgues a que tus afectos arruinen tus finanzas, o que tus finanzas arruinen tus afectos. A continuación, los diez mandamientos para blindarte contra desastres financieros y emocionales cuando amigos o familiares te piden prestado:
Mandamiento 1: sólo prestarás el monto que estés dispuesto a perder. Recuerda que el dinero sirve para no preocuparse por él. Es mejor prestar poco o regalar una cantidad pequeña, y dejar que entre varias amistades y familiares asuman el riesgo del monto total, en lugar de ser sólo tú. Por mucha confianza que le tengas a la persona, siempre existe la posibilidad de que no te pague. Si el monto es manejable, esta posibilidad no tiene por qué quitarte el sueño.
Mandamiento 2: no prestarás a meros conocidos. Cuando alguien le pide prestado a un conocido, sin tener lazos de amistad, lo más probable es que ya haya agotado la confianza de las personas más cercanas. ¿Qué sentido tiene prestarle a alguien lejano que seguramente no te va a pagar?
Mandamiento 3: sólo prestarás para buenas causas. Si de verdad te interesa el bienestar de la persona que te pide el préstamo, debes preguntar para qué lo necesita y evaluar si la necesidad es válida. Hay muchas situaciones inesperadas que ameritan toda la ayuda posible, pero también pueden pedirte dinero para comprar bienes que pueden esperar o que son superfluos. Si el préstamo no tiene una buena razón de ser, otorgarlo hará daño a tu ser querido.
Mandamiento 4: no prestarás cuando el deudor tenga un estilo de vida insostenible. Salvo en casos de crisis (como enfermedades, accidentes o divorcios), los problemas de dinero no se arreglan con dinero, sino con una filosofía de vida y financiera saludable. La persona que vive más allá de sus medios, como un drogadicto, debe tocar fondo para recuperarse. Si tú le sigues resolviendo la vida, ¿qué motivación tendrá para cambiar?
Mandamiento 5: serás compasivo pero suspicaz. Para tocar el corazón de la persona a la que quieren “sablear”, algunos te pedirán dinero argumentando necesidades básicas, como medicinas para el hijo o leche para un bebé. Si crees que la causa lo amerita y quieres prestar o regalar dinero por razones compasivas, a propios o extraños, siempre entrega la ayuda en especie. Acompáñalo a la tienda, farmacia u hospital, y paga o abona al producto o servicio directamente. No permitas que abusen de tus buenos sentimientos o que la persona caiga en la tentación de usar mal el dinero.
Mandamiento 6: evitarás ser aval. Recuerda que al ser aval te haces responsable por la deuda si el otro no paga. Es prácticamente tu deuda. Si tú no tienes deudas, ¿por qué habrías de adquirir las de otras personas?
Mandamiento 7: no prestarás a quien te ha obligado a cobrarle. En sentido estricto, la persona que pidió el préstamo tiene la obligación de pagarte cuando acordó hacerlo. No es agradable tratar con ovejas que se convierten en lobos en cuanto no necesitan de ti. A nadie le gusta cobrar, así que si el deudor te obligó a andar de “abonero” en el pasado, no merece futuros préstamos.
Mandamiento 8: no prestarás a quien todavía te debe. Quizás parezca evidente, pero conozco a muchos que siguen prestando a quienes aún tienen deudas pendientes con ellos. Si alguien te debe ya, hazle un favor y no lo ahogues en más deudas.
Mandamiento 9: no caerás en la trampa de la rana hervida. Si metes a una rana a una olla con agua hirviendo, la rana sentirá el calor y escapará de inmediato. Pero si la metes al agua tibia y vas subiendo la temperatura gradualmente, en poco tiempo tendrás rana cocida. Muchos estafadores disfrazados de amigos tienen la estrategia de empezar el timo pidiendo préstamos de sumas pequeñas, devolviendo puntualmente el capital como se acordó. Al poco tiempo piden una suma más elevada y la devuelven, y así van ganando tu confianza hasta que accedes a prestarles una cantidad que no estabas dispuesto a perder (mandamiento 1), y entonces sí, no vuelves a ver tu dinero.
Mandamiento 10: reconocerás los préstamos disfrazados de inversión. Hay hábiles ladrones que disfrazan un préstamo (que no piensan pagar) como inversión en un negocio. Para prestar a negocios aplica también el mandamiento 1 y, adicionalmente, jamás inviertas en negocios que no conozcas bien, sin contratos de por medio, y sin una idea concreta del tipo de ganancias que percibirás. Cuando era muy joven, mi abuela vendió sus terrenos para capitalizar el negocio familiar, que estaba tambaleante. Unos meses después murió el padre y los hermanos no quisieron devolverle nada. No había papeles. Mi abuela se quedó sin su patrimonio y sin familia: tiene más de sesenta años sin dirigirles la palabra. Pero el papel no te respalda gran cosa. Mi papá, con pagarés y contratos en regla, creyó invertir en una fábrica de zapatos y, aunque el timador pasó algunos meses en la cárcel, pagó mordidas para salir y mi papá no volvió a ver un peso de sus ahorros.
Los mexicanos tenemos que ser especialmente cuidadosos y no contar con la protección de las leyes para la devolución de un préstamo. Nuestro sistema de justicia (y el de incontables países) suele ser ineficaz, costoso, tardado y corrupto. La mejor defensa de tu patrimonio es el sentido común y tomar decisiones financieras con la cabeza primero, y luego con el corazón.
Por Dinero en Imagen
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