Cementerio tecnológico: 13 aparatos sin los que crecieron los «millenials»

Casetes de música, cintas de vídeo VHS, walkmans, laser-discs y el ordenador de pulsera que se adelantó treinta años al Apple Watch. Lo que algunos consideran la prehistoria de la tecnología a lo mejor no ocurrió hace tanto.

Antes de que el mundo digital se convirtiese en norma la gente tenía que pelearse con cintas de vídeo que se rayaban, reproductores que devoraban casetes y disquetes que había que agarrar con pinzas para no arruinar su contenido. Problemas con los que nunca tuvieron que lidiar los ‘millenials’: la tecnología prehistórica, tan encantadora como desesperante.

Cintas de casete

Una cinta magnética enrollada en dos carretes y envasada en carcasa de plástico. En caso de ser devorada por los reproductores, la cinta se salía del sitio de manera aparatosa y el usuario tenía que recurrir a métodos de reparación avanzados: insertar un bolígrafo en el agujero y girar el carrete para enrollar la cinta.

Walkman

A Masaru Ibuka, co-fundador de Sony, se le hacían largos los viajes en avión por negocios y se le metió en la cabeza escuchar sus óperas preferidas durante esos trayectos. Azuzó a los ingenieros de la empresa y en 1979 el Walkman llegaba a las tiendas, un aparato que permitía algo hasta entonces imposible: poder escuchar cintas de casete en cualquier parte.

Watchman

El éxito del Walkman llevó a alguien a creer que a lo mejor la gente también necesitaba una televisión portátil y a mediados de los ochenta nació el Watchman. Adelantado a su tiempo (apenas existían canales que sintonizar) y actualmente inservible a causa de la muerte de la señal analógica el Watchman nunca llegó a gozar del éxito de su hermano musical pero tuvo un montón de modelos diferentes, incluida una versión hipertrofiada bautizada Mega Watchman.

Discman

A mediados de los ochenta Sony comercializó un dispositivo portátil para leer CDs que se vendió de manera espectacular. El éxito de aquel Discman además le dio un empujón con ambas manos a la industria de la música al provocar un aumento bestial de las ventas de discos.

Loro

Los americanos lo llamaron ‘Boombox’, un apodo mucho más molón que el desaborido loro que se utilizó por estas tierras. Sintonizaban la radio, reproducían casetes o cds, y venían con un par de altavoces incorporados. Durante los ochenta, y gracias a la estética que vendía el hip-hop americano, estos cacharros se vendían mejor cuanto más grandes y extravagantes fuesen.

Laserdisc

El abuelo del dvd, o el primer formato de disco óptico lanzado al mercado, ya ofrecía una calidad de vídeo superior a la de las cintas VHS y la capacidad de albergar extras en las películas. Pero también venía en un tamaño considerable e incómodo que lo convertía en una bandeja opcional o un espejo para el baño.

Busca

Los buscapersonas son dispositivos capaces de recibir mensajes haciendo uso de la señal de radio. Vivieron su edad de oro durante los noventa, a pesar de nacer décadas antes, con montones de ejecutivos, raperos famosos y camellos en Baltimore (véase The wire) vacilando de tener uno. La sociedad se olvidó de ellos con la llegada de los móviles y en la actualidad su uso está limitado a entornos donde la señal de teléfono es inexistente o limitada.

Disquetes

Antes de los pendrives los disquetes eran el medio de llevar archivos de un lado a otro. Los floppy disk de 8 o 5,25 pulgadas eran gigantescos y muy frágiles (generaron leyendas urbanas sobre empleados inútiles que grapaban los disquetes a documentos importantes dejándolos inservibles) y si se doblaban su contenido se iba de paseo. El mucho más práctico disco de 3,5 ya almacenaba casi un mega y medio de información, era más duro y hacía sonidos graciosos en la disquetera.

Unidad ZIP

Unos gruesos discos que apuntaban a ser el soporte de almacenamiento del futuro con sus 100, 200 o 750 megas de capacidad. Se las prometía felices hasta que apareció el compact disc y lo fulminó por completo.

Máquina de escribir

Desconfiad de todo escritor que en la actualidad diga seguir anclado a su máquina de escribir. Más allá del romanticismo del traqueteo al teclear se trata de aparatos mecánicos demoniacos: toscos, incómodos, propensos a provocar todo tipo de blasfemias, no compatibles con las versiones actuales de Word y carentes de corrector ortográfico.

Beta y VHS

Mucho antes de que la batalla entre el Blu-ray y el HD DVD tuviese lugar, otro par de soportes audiovisuales se dieron de hostias por dominar el mercado: los formatos Betamax y VHS, cintas magnéticas encerradas en carcasas de plástico con pinta de ladrillo, que convivieron en los videoclubs durante años hasta que las segundas se instauraron como el estándar del vídeo doméstico. El formato tenía el emocionante bonus añadido de deteriorarse notablemente con el uso.

Seiko wrist computer

El Seiko wrist computer apareció en el 84 adelantándose treinta años a su tiempo. Se trataba de una especie de ordenador con forma de reloj de pulsera que podía ser utilizado como calculadora, permitía guardar cuatro datos y daba la hora. Era posible conectarlo a un aparatoso teclado portátil para lucir también en la muñeca o a un teclado de sobremesa que incluía una pequeña impresora de tickets, más memoria y varios programas (de aplicaciones, código Basic y juegos). Tan raro e inusual como para que sea muy poco probable que alguien que no fuese un ejecutivo japonés en los ochenta haya visto en vivo uno de esto.

Teléfono de disco

Parece que fue anteayer cuando los teléfonos venían con rosa de serie, pero lo cierto es que los ‘millenials’ se las ven y se las desean a la hora de pelearse con una de aquellas máquinas antediluvianas.

Fuente: Gonzoo