Celos en Facebook: ¿Quién es ese que te pone tantos «me gusta»?

Los celos existen desde siempre, pero en la era tienen un mayor escenario para potenciarse, multiplicando la posibilidad de conflictos dentro de la pareja. ¿Todavía no te hicieron una escena de celos?

Cuando su novio se quedaba dormido, María aprovechaba y salía de la cama despacio. Caminaba en puntas de hasta la , abría la computadora y empezaba su de todas las noches: revisar los mails, chequear las nuevas amistades de y controlar los chats de su pareja.

Cada vez que ponía la contraseña, el corazón le palpitaba más fuerte. La posibilidad de encontrar una pista sospechosa, algo cercano a una infidelidad en la virtual, le daba una adrenalina única. Sufría pero no podía dejar de hacerlo. La mezcla de terror que le provocaba el hecho de poder ser engañada y la obsesión por descubrirlo era tan grande que le costó noches enteras de insomnio.

En la mayoría de sus inspecciones ilícitas no encontraba nada. Algunas veces un comentario ambiguo de una compañera de trabajo o un “me gusta” de una desconocida le carcomía la cabeza durante días. Tenía que aguantar en silencio, porque si su novio se enteraba que ella le revisaba todo, sabía que no le iba a gustar.

Finalmente la relación se rompió. ¿María descubrió que la engañaban? ¿Sus fantasías se hicieron realidad? No. Simplemente la desconfianza y la inseguridad terminaron arruinando el amor.

Los celos son más viejos que el mundo. Una persona celosa es capaz de encontrar siempre un motivo para angustiarse y sospechar del otro. No importa si vive en la ciudad de New York y su pareja es un dandy catador de tragos que se la pasa de bar en bar, o si vive en medio del campo y se dedica al cultivo de maíz con la compañía de su perro.

Los celos pueden nacer y crecer en tierras fértiles o en el desierto más inhóspito, pero eso no significa que en todos lados sean iguales.

Según una investigación realizada por el investigador del Conicet, Alejandro Castro Solano, a pesar de ser un sentimiento universal, los celos están atravesados por la cultura y la personalidad de cada uno. “Los celos son un entramado de sentimientos, motivaciones y estrategias complejas”, dice. “No todos nos ponemos celosos ante las mismas cosas. Aquello que constituye una amenaza para el vínculo cambia según los individuos y el contexto cultural.”

En la actualidad, con la existencia de vidas virtuales, las razones para celar se multiplican a la enésima potencia. El doble sentido, el humor y las dudosas fronteras entre lo que se dice -usando la computadora como escudo protector- y lo que se hace realmente, provocan muchísimas peleas y malos entendidos.

En el universo web construimos una imagen, mostramos lo que quisiéramos ser, la mejor versión de nosotros mismos. Eso muchas veces no coincide con la realidad. Hay gente que intenta seducir por internet y personalmente no se atreve ni siquiera a mirar a los ojos.

La vida 2.0 es un arma de doble filo: un juego inocente que nunca se concretaría puede transformarse en la pesadilla dentro de una pareja y un enemigo interior que puede destruirla. “Los celos van más allá de un hecho puntual y ni siquiera se limitan a una persona”, dice el licenciado Raúl Carmona. “El problema es que el celoso quiere que la atención esté en su persona. Quiere ser todo, que su pareja se sienta completa y no necesite nada más en el mundo que su presencia. También se juega el miedo a perder el amor, a ser abandonado o cambiado por otra persona.”

EL OJO PARANOICO

El gran conflicto con las nuevas tecnologías no es que aumenten la cantidad de gente celosa sino que ahora el control puede hacerse las 24 horas del día a través de un smartphone y, así, la paronoia crece. Antes el celoso revisaba la cartera, ahora chequea los perfiles y hasta sigue los movimientos de su pareja por medio de un GPS instalado en el teléfono celular.

El celoso se transforma en un perverso espía secreto que utiliza todas las herramientas novedosas que encuentra para controlar más y mejor a la persona que -supuestamente- ama.

Muchas de las peores cosas de la historia se han hecho en nombre del amor. Creer que una relación amorosa es sinónimo de ser dueño de la otra persona es el error. “Necesitar controlar para que no haya ningún espacio donde el marido o la mujer esté haciendo algo individual es una forma poco saludable de amar”, dice la terapeuta Inés Cao. “Pretender que el otro sólo quiera estar con la pareja es una cuestión de ego, de necesitar ser el centro de atención. La manera en la que uno se relaciona tiene que ver con cómo aprendió esto en la primera infancia, si uno se siente inseguro puede que sea por una historia de abandono.”

Para superar los celos primero hay que hacerse cargo, después pedir ayuda. Si la persona celosa piensa siempre que los celos están justificados y que la culpa es del otro, no va a poder modificar nada. “Si quiere controlar y reclamar al extremo, va a terminar agobiando a su pareja y generando una relación de mucho dolor. Conviene hablar, decirle al otro que te angustiás, que no sabés qué hacer, pero de manera adulta, no como reproche”.

APPS ESPÍAS

Existen aplicaciones especialmente diseñadas para los que quieren controlar a sus parejas: revisan mensajes, interceptan llamadas y leen mails ajenos. Estas apps pueden ser el paraíso -o mejor dicho el infierno- de un celoso.

Algunas de ellas son Stealthgenie, que a partir de 60 dólares espía cualquier teléfono y puede ver qué escribe, con quién habla y qué llamadas hace su dueño. El plan básico mensual de esta aplicación permite controlar el historial de llamadas, leer todos los mensajes SMS enviados o recibidos y ver los contactos, favoritos, las citas y la información del calendario.

Otra es Mobile Spy que, además de todo eso, permite ver y escuchar lo que sucede en vivo y en directo, como si fuera Gran Hermano, a través de la cámara y el audio del celular.

¿Estás dispuesto a espiar a tu pareja? Por tu salud mental te recomendamos que no lo hagas.

Fuente: Rumbos Digitale