Carrera contrarreloj en Singapur para salvar «el basurero del Edén»

Al atracar en Pulau Semakau, isla basurero de Singapur, los visitantes esperan encontrarse con olores desagradables y nubes de mosca. Sin embargo descubren un paisaje idílico, aguas cristalinas y una vegetación exuberante donde habitan muchas aves.

Aquí se encuentra el único vertedero de Singapur, donde se vierten las cenizas de la basura incinerada de los casi seis millones de habitantes de la ciudad-Estado.

A poco más de una década del plazo previsto para que esté lleno, el gobierno se encuentra en una carrera contrarreloj para prolongar la vida útil del vertedero de la isla, apodo de «basurero del Edén».

«Es el único vertedero de Singapur y, debido a la pequeña superficie y a la demanda de terrenos, es difícil encontrar otro lugar», explica a la AFP Desmond Lee, responsable del sitio en la Agencia Nacional de Medio Ambiente (ANE).

«Es imperativo que sigamos utilizando el vertedero de Semakau el mayor tiempo posible y, si posible, que prolonguemos su vida útil más allá de 2035», añade.

Producción «masiva»

Singapur generó 7,4 millones de toneladas de residuos el año pasado, de los cuales 57% fueron reciclados.

Los plásticos siguen siendo un problema, ya que el año pasado sólo se recicló el 6%. Los residuos alimentarios, de los que se recicló el 18%, también plantean un problema.

Basurero del Edén en Singapur

El grupo medioambiental Greenpeace critica a Singapur por su producción «masiva» de residuos en relación a su tamaño.

En 2019, el gobierno lanzó una campaña de «cero residuos» con el objetivo de aumentar la cantidad de desechos reciclados al 70% y reducir la cantidad de basura vertida en Semakau en un 30% antes del final de la década.

Singapur, aproximadamente del tamaño de Nueva York, ha gestionado cuidadosamente su rápido crecimiento en las últimas décadas para evitar los problemas que sufren otras metrópolis asiáticas de rápido desarrollo, como el hacinamiento y la basura no eliminada.

El gobierno construyó este vertedero mar adentro después de que un depósito de residuos en el interior empezara a quedarse sin espacio a principios de los años noventa.

Los ingenieros fusionaron Semakau – cuyos habitantes habían sido reasentados en tierra firme – con la cercana isla de Pulau Sakeng.

Se construyó un dique perimetral de siete kilómetros para delimitar parte del mar abierto entre las dos islas y crear espacio para el vertedero, que empezó a funcionar en 1999.

Basurero del Edén en Singapur

Riesgos de contaminación

A bordo de una barcaza cubierta, las autoridades envían las cenizas de residuos no reciclables, previamente incinerados.

En Semakau, los excavadores recogen las cenizas y las cargan en camiones gigantes hasta el vertedero, dividido en varias secciones.

A medida que cada fosa se va llenando con los años, la zona se cubre de tierra, lo que permite el crecimiento de vegetación natural. También se plantaron manglares, lo que hace que la isla sea verde y atractiva para la fauna silvestre.

Pero la práctica de quemar la basura ha sido criticada por los grupos ecologistas por su carácter contaminante.

«El proceso contamina en cada una de sus fases, desde el transporte de los desechos hasta la gestión de las emisiones atmosféricas y los residuos», dijo a la AFP Abigail Aguilar, responsable de la campaña contra los plásticos de Greenpeace en el sudeste asiático.

«Aunque estéticamente pueda resultar atractivo, el vertedero sigue conteniendo residuos que podrían tener fugas», añadió Aguilar.

La ANE asegura que sus plantas de incineración están equipadas con sistemas de tratamiento que limpian los gases antes de que se liberen a la atmósfera.

La agencia añade que el vertedero fue cubierto con una membrana impermeable y arcilla marina como protección, y que el agua es analizada periódicamente para evitar todo tipo de contaminación. AFP