El argentino Eduardo Costantini paga 15,7 millones de dólares por el cuadro ‘Baile en Tehuantepec’
Mar Centenera/El País
La compra de la obra más cara de la historia del arte latinoamericano nació de un flechazo. El promotor inmobiliario y coleccionista argentino Eduardo Costantini se enamoró del cuadro del muralista mexicano Diego Rivera Baile en Tehuantepec en 1995, en una subasta deSotheby’s en Nueva York. Pero había viajado hasta allí por otra obra, elAutorretrato con loro y chango, de Frida Kahlo. No tenía dinero para los dos y finalmente optó por el pequeño cuadro de la pintora de Coyoacán. El lienzo de Rivera fue a parar a otras manos en esa oportunidad, pero 21 años después, el fundador y presidente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba)no ha dejado escapar una segunda: compró la obra por 15,7 millones de dólares, una cifra récord.
La adquisición se fraguó hace un par de semanas, detalla Costantini, cuando recibió un correo electrónico desde Nueva York en el que le informaban que los herederos del empresario canadiense Edgar Bronfman habían puesto a la venta el cuadro. «No estaba preparado. Hace 21 años que la tengo en mi mente, pero era una obra muy hermética, había desaparecido de los circuitos artísticos», señala y asegura que la noticia le provocó «una fuerte movilización emocional y financiera que culminó felizmente con la compra de la obra».
En 1995 el óleo sobre lienzo de 2,007 metros de alto por 1,63 de ancho se vendió por tres millones de dólares, una cifra que batió un récord para el maestro mexicano. Dos décadas después, la misma obra ha vuelto a destrozar todas las marcas, pero su valor se ha quintuplicado en este periodo. Aún así, en esa subasta de Sotheby’s, Kahlo superó por unos 100.000 dólares a su marido con la obra mejor valorada del arte latinoamericano. Ahora, Rivera le arrebató el cetro que ostentaba con Dos desnudos en el bosque, que remite al apasionado romance vivido entre la pintora y la artista Dolores del Río y que se vendió por 8 millones de dólares hace una semana en una subasta.
El cuadro duplicó el valor del último récord, que ostentaba Kahlo con Dos desnudos en el bosque
«Hay muy pocas obras de arte latinoamericano que son icónicas y superlativas», dice Costantini, quien considera que Baile en Tehuantepec es una de ellas. «Es difícil explicar por qué una obra tiene energía y vibración, pero ésta claramente lo tiene», continúa. «Para mí Rivera es el artista más importante en la historia del arte moderno latinoamericano».
El lienzo, pintado en 1928, representa un tributo de Diego Rivera a las costumbres y tradiciones del pueblo de Tehuantepec, situado en el sur de México. Las mujeres llevan sus huipiles y vestidos bordados tradicionales, y tienen el pelo trenzado con cintas de colores vivos. Los hombres visten camisa blanca de algodón, pantalones y un sombrero de terciopelo típico de la época.
El cuadro fue exhibido por primera vez en Estados Unidos en 1930 en elMetropolitan Museum of Art y en 1931 integró la célebre retrospectiva de Diego Rivera en el MoMA neoyorquino, entre otras exposiciones. Tras ser adquirido por Costantini, en octubre se presentará en el Philadelphia Art Museum, en febrero de 2017 estará en la feria ARCO Madrid y en marzo llegará al Malba, donde volverá a reunirse con el autorretrato de quien fue su tercera esposa, comprado 21 años antes. Formará parte de las piezas emblemáticas de la colección del museo, como Abaporu, de Tarsila do Amaral y elRetrato de Gómez de la Serna, en estilo cubista de Rivera. «Las obras uno no las compra cuando quiere, sino cuando aparecen», expresa el coleccionista, feliz de contar con una obra con la que soñó desde el primer día.
COSTANTINI: «ARGENTINA ESTÁ REZAGADA»
Eduardo F. Costantini compagina sus negocios inmobiliarios con su pasión por el arte latinoamericano. La noticia de la adquisición de Baile en Tehuantepec se ha conocido en plena celebración de la 25 edición de arteBA, que se ha convertido en la tercera feria de arte contemporáneo más visitada del mundo, pero tiene al mercado como uno de sus puntos débiles. Frente a los 15,7 millones pagados por el cuadro de Rivera, la pieza récord del arte argentino es obra de Helmut Ditsch, Cosmigón, vendida en 1,5 millones de dólares el pasado marzo.
Para Costantini, Argentina necesita “fortalecer aún más el coleccionismo local”. “Tenemos muy buenos artistas y en términos de mercado no están apreciados en su justa medida”, señala el coleccionista, quien opina que “Argentina está rezagada respecto a Brasil y México”. “Tendríamos que tener instituciones con programas de adquisición, programas internacionales, nos está faltando que tengan mayor envergadura”, analiza.
Los artistas mejor valorados del país deben su reconocimiento al éxito internacional. El último ejemplo es Víctor Grippo, uno de los artistas que representarán a Argentina en la próxima Bienal de San Pablo. Grippo, conocido por sus instalaciones químicas, atrajo la atención de comisarios extranjeros en los últimos años y su obra La papa dora a la papa/ La conciencia ilumina la conciencia fue una de las primeras obras vendidas en arteBA y fue a parar a manos de un coleccionista brasileño. También el provocativo artista plásticoLeón Ferrari vio como se disparaba el valor de sus obras una vez triunfó en el exterior, en especial cuando fue distinguido con el León de Oro al mejor artista en la Bienal Internacional de Venecia en 2007.