El nuevo embate del coronavirus tiene a España en vilo, pero con ayuda de una amplia batería de precauciones el director del Festival internacional de cine de San Sebastián confía en que éste pueda celebrarse el mes próximo, porque «la vida tiene que seguir».
«Estamos convencidos de que va a haber festival», dice en entrevista con AFP José Luis Rebordinos, el director del evento previsto en la ciudad vasca del 18 al 26 de septiembre.
Junto con el gobierno regional vasco, competente en gestión sanitaria, la dirección del festival está ultimando un paquete que incluye tomas de temperatura en distintos puntos, higienización de las salas, organización de los flujos de entrada y salida en los espacios, y limitaciones de aforo: 60% en las sesiones abiertas al público, y 50% en las sesiones para prensa acreditada.
En un festival que moviliza los grandes espacios de la ciudad, estarán abiertas casi todas las salas, como el elegante Teatro Victoria Eugenia y el moderno y voluminoso Kursaal.
Sin embargo, el público no podrá apiñarse para aclamar a las grandes estrellas en la entrada del hotel María Cristina, donde éstas suelen alojarse, porque las medidas de salud vigentes «lo impiden totalmente», explica Rebordinos.
«Tenemos que primar la seguridad sobre todo, pero la vida tiene que seguir, y la industria del cine necesita festivales para promocionar sus películas, hacer negocio e intercambiar experiencias», expone el director.
«Estos primeros no van a ser como los festivales que hacíamos antes, van a ser festivales reducidos, con muchos problemas, va a hacer falta mucha paciencia por parte de la industria, del público, pero es mejor que sea así, porque poco a poco iremos consiguiendo incluso en período covid hacer festivales mucho más fluidos, más interesantes», añade.
Latinoamérica, menos visible
Unas 160 producciones de variada temática, incluyendo series, serán proyectadas este año en San Sebastián dentro de diversos apartados.
En la Sección Oficial competirán por la Concha de Oro, el máximo galardón, el drama amoroso Passion simple, de la franco-libanesa Danielle Arbid, y los dramas familiares Nosotros nunca moriremos, del argentino Eduardo Crespo, y True Mothers, de la japonesa Naomi Kawase, entre otros.
La cinta inaugural, fuera de concurso, será Rifkin’s Festival, la nueva comedia de Woody Allen, quien a priori no tiene previsto acudir a San Sebastián.
La gran incógnita, dadas las restricciones de viajes a España desde un gran número de países, a causa de la incidencia de la pandemia, está en ver qué estrellas asistirán, una cuestión sobre la que el Festival guarda mutismo de momento.
El daño será importante para la visibilidad de los profesionales latinoamericanos, que tienen en San Sebastián un trampolín fundamental para la financiación de sus películas y su posterior proyección en el mercado europeo.
El daño será importante para la visibilidad de los profesionales latinoamericanos, que tienen en San Sebastián un trampolín fundamental para la financiación de sus películas y su posterior proyección en el mercado europeo.
«De América Latina se va a ver muy reducida la presencia este año. Hay países como Brasil que parece prácticamente imposible; espero que de otros como Uruguay o Argentina haya presencia» de cineastas, dice Rebordinos.
El impacto será también económico para un festival que se presenta como el más pequeño de los grandes junto a los de Berlín, Cannes (cancelado en mayo por la pandemia) y Venecia.
Algunos patrocinadores se cayeron por la anulación de eventos paralelos, y la menor afluencia de público por la cuestión del aforo hará perder entre 500.000 y 600.000 euros sólo en taquilla.
A fin de «aprender» cómo hacen otros, Rebordinos irá con su equipo al Festival de cine de Málaga, que se abre este viernes en la ciudad andaluza, y más adelante a la Mostra de Venecia (2-12 de septiembre).
«Cuantos más festivales se vayan haciendo en período Covid, los que vengan después lo tendrán un poquito más fácil, dentro de las dificultades, porque podrán tomar nota de lo que van haciendo» los precedentes, argumenta el director, dejando claro que en San Sebastián «sólo anularíamos si desde las instituciones sanitarias nos dijeran que es imposible realizarlo». AFP