Rafael Cadenas recibió el Premio Cervantes

Rafael Cadenas junto a los reyes de España

Dicen quiénes le conocen que el poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) es sosegado, de pocas palabras e inquebrantable en sus convicciones.

Un pulso firme que se ha extendido a su vestimenta. Si el protocolo del Premio Cervantes exige chaqué, Cadenas, 93 años recién cumplidos y con los principios impolutos, se ha convertido en el primer premiado sin corbata “ya que nunca se la había puesto”, y no iba a empezar este 24 de abril en una ceremonia ya libre de las ataduras pandémicas que ha emergido en plena vistosidad. Por supuesto, en una decisión lógica, el escritor ha declinado lucir la orla que le correspondería como catedrático de la Universidad Central de Venezuela.

Ataviado con chaqueta y camisa azul, chaleco gris, y pantalones claros, el cronista del desencanto latinoamericano se ha asomado serio y levemente tímido a una soleada Alcalá de Henares sin una nube que moteara el cielo.

Cadenas ha sido recibido por los reyes y el ministro de Cultura, Miquel Iceta, como máximo representante del Gobierno ante la ausencia del presidente, Pedro Sánchez. El poeta ha estado arropado por su dos hijos, Paula y Silvio, y por sus tres nietos que revoloteaban con admiración alrededor de su abuelo.

Su solemne discurso en el Paraninfo de la Universidad ha ejercido casi como trasunto de su poesía, reflexiva y destilada en el lenguaje. Han sido tres folios condensados y emotivos, en un alegato contra los nacionalismos. Una defensa de la educación, la democracia y la cultura, en la que se ha referido sin mencionarlo a la convulsa situación sociopolítica en Venezuela.

Y han volado las citas que le agradan porque «refuerzan cuanto pienso” de Walt Whitman- del que tradujo Hojas de Hierba- Orwell, Teresa de Jesús o de «otro Cervantes», su admirado amigo el nicaragüense Sergio Ramírez.

Con El Quijote, que leyó “embriagado” con tan solo 14 años, y con “la libertad” que le señalaba sabio el caballero a Sancho ha cerrado con otro dardo literario su alocución con voz firme. Cadenas era duda por su delicado estado de salud, no iba a venir pero al final ha cruzado el Atlántico en un pleno disfrute porque «está lleno de España», ha dicho.

El poeta del desencanto latinoamericano

Una vez fuera, en el patio alcalaíno se ha desprendido de cualquier rastro de pompa, se ha relajado flanqueado por los reyes, y hasta ha acomodado la postura posando ante la nube de fotógrafos con las manos en los bolsillos aunque ha señalado «sentirse sobrapasado».

El poeta que derrama en sus versos que «nada más llegar se quiere ir», observa con cierto extrañamiento ser el foco de las miradas, pero Cadenas vía sus poemas «Derrota» (1963), cima de la lírica universal sobre el fracaso de la pasión juvenil revolucionaria, y «Fracaso» (1966), es un gigante de las letras.

“Él es un superviviente y es capaz de contar una derrota colectiva y hacer de ello algo sublime literariamente hablando. No lo abarata haciendo poesía utilitaria, lo eleva refrendado con la ética de su propia vida”, alababa la escritora Rosa Montero desde el patio de los Filósofos donde autores y políticos enhebraban conversación.

“Honradez y humildad” han sido los adjetivos que más se mencionaban en los corrillos sobre el carácter de Rafael Cadenas, que sufrió cárcel y exilio en los 50 en la isla de Trinidad por su militancia comunista, y supo moldear el dolor en versos. Un puro ejercicio de sublimación de la “llaneza” porque a sus alumnos les aconseja que no busquen la fama y se enfoquen en la escritura, donde nadie impone molduras estrechas a los límites. Eludir la celebridad y hallar la belleza entreverada en la lengua, son sus guías.

En una larga trayectoria, el escritor ha sumado premios como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Nacional de Literatura de Venezuela o el Internacional de Poesía Federico García Lorca-Ciudad de Granada en una carrera de fondo a la que se une la cumbre del Cervantes. Es el primer venezolano en obtenerlo en un galardón que encadena poetas desde hace cuatro años con Cristina Peri Rossi, Francisco Brines, Joan Margarit e Ida Vitale.

Al también traductor y ensayista se le acumulan los cansancios de una apretada agenda en la que depositará este martes su legado en la Caja de las Letras en la sede del Instituto Cervantes e inaugurará una exposición en pleno apogeo de la semana cervantina.

Mientras, paladea el momento, sentado al sol con una media sonrisa y rondado por la tuna. Quizás esté barruntando el hallazgo de la próxima palabra exacta y por ende su misterio como escribe en su libro Gestiones (1996):

“Los hados nos dieron
una lengua noble
como el buen vino
de bodegas medievales.
Los poetas están entre los encargados
de custodiarla;
Pero yo me afano lentamente
Junto a los artesanos
Por hacerme digno […]