Críticos y académicos coinciden en que ha habido un mayor interés de editoriales en la obra de escritores del país, pero creen que aún falta proyección en el exterior
Humberto Sánchez Amaya/ El Nacional
En las últimas semanas escritores venezolanos han sido noticia. Alberto Barrera Tyszka, Rafael Cadenas y Yolanda Pantin protagonizaron titulares de las páginas culturales al ser reconocidos, respectivamente, con el Premio Tusquets de Novela, el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca y el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval 2015.
Sin embargo, críticos y académicos recuerdan que no es una circunstancia reciente. “La literatura venezolana ha estado llena de obras de enorme calidad desde los tiempos de la Colonia, así como de autores diversísimos. Tal vez no esté pasando nada nuevo, sino que el sistema literario hoy la mira con más atención y justicia”, afirma Roberto Martínez Bachrich, profesor en la Escuela de Letras de la UCV que actualmente estudia un doctorado en Literatura Hispanoamericana en la City University de Nueva York.
Andrés Boersner, librero de Noctua, piensa que lo ocurrido recientemente responde a varios factores, además de la buena pluma de los galardonados. Uno de ellos es la situación sociopolítica del país. “Venezuela también está en el punto de mira internacional. En el caso de Barrera Tyszka, el título de la novela laureada, Patria o muerte, llama la atención”, dice.
Acota que en décadas anteriores hubo una labor importante de sellos como Monte Ávila, pero que se concentraban especialmente en autores extranjeros. “Ahora hay especial atención en los nacionales. Como no se importan casi libros, existe una necesidad de crear un mercado interno. Con respecto a los premios, el de Cadenas es además un reconocimiento a la poesía venezolana, que siempre ha destacado”, indica.
Boersner agrega que en las letras venezolanas se ha hablado de etapas. “En la primera mitad del siglo XX se decía que éramos un país de novelistas, en la segunda mitad era el cuento. Sin embargo, creo que en poesía siempre ha habido un desarrollo sostenido, mientras que en narrativa ha sido un poco más irregular. En cada momento hay un poeta que sobresale”, señala en alusión a figuras como Andrés Bello, José Antonio Ramos Sucre, Vicente Gerbasi, José Antonio Pérez Bonalde y Andrés Eloy Blanco.
Francisco Javier Pérez, individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, coincide con Boersner en la relación de la literatura con su contexto. “Acá hay una tradición bastante sólida, no comenzó ayer. La bulla que genera el país empieza a tener un eco positivo. Eso no niega el valor de las obras, los premios tienen una justificación. Cadenas ha influido en generaciones. Un caso similar es el de cine, aunque son fenómenos diferentes. Pareciera que es ahora que está siendo reconocido y que gusta a cierto público. Otro aspecto que se debe destacar es el de algunas editoriales alternativas que han puesto su atención en nuestros autores. Por ejemplo, Pre-Textos”, detalla sobre un sello español que ha publicado a Rafael Cadenas, Yolanda Pantin e Igor Barreto.
El académico, sin embargo, ve con preocupación que haya muy pocas obras venezolanas en otros países. “Con la excepción de Rómulo Gallegos y Teresa de la Parra, no son muchos los escritores conocidos afuera. Por alguna razón se han quedado contentos con el aplauso interno. También influye la labor de las editoras. Tenemos muchos años publicando, pero se queda en el consumo de acá. Uno va a Madrid y es difícil encontrar obras como la de Vicente Gerbasi”.
El crítico Víctor Bravo también lamenta el desconocimiento que hay en el exterior sobre la literatura nacional. “Es preciso destacar que ha habido un movimiento editorial durante décadas, pero Venezuela ha quedado rezagada. Uno en otros países habla de novela latinoamericana y con esfuerzo se nombran algunos pocos autores venezolanos. Hace cuatro años realicé una ponencia en Madrid sobre Juan Carlos Onetti y lo comparé con Salvador Garmendia; muchos se sorprendieron cuando mencioné al venezolano”, afirma el profesor jubilado de la Universidad de los Andes que constantemente es invitado a ponencias sobre el tema en naciones como Estados Unidos y España.
“Es necesaria una política de Estado que no le dé importancia a la ideología. Letras Libres, de México, tiene una versión española que sirve de plataforma. Hace falta también promocionar a las editoriales”, añade.
Con desigualdad y retraso se entregan premios
En 2001, cuando se realizó la primera edición del Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas, la ganadora fue Mirla Alcibíades porLa heroica aventura de construir una república. No había control de cambio, así que recibió 20.000 dólares. “Terminé de cancelar mi apartamento, que se lo compré a alguien que se fue del país”, recuerda la investigadora.
En abril de este año se anunció que la obra galardonada fueCanciones de fuego negro. Del reggae a la poesía dub del profesor Arnaldo Valero. “El depósito de 315.000 bolívares lo hicieron a finales de septiembre”, indica.
En la convocatoria del concurso, la Fundación Celarg especifica que si el ganador es extranjero recibe 50.000 dólares, de lo contrario obtiene su equivalente en bolívares. “Era irrespetuoso que me dijeran al principio que me los pagarían a 12 bolívares. Al final hicieron el cálculo a 6,30 bolívares. Lo que ocurrió es una violación al principio de igualdad establecido en la Constitución”, asegura el autor, quien recuerda que el colombiano Pablo Montoya, ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, dijo que se compraría una casa con los 100.000 dólares del reconocimiento.
El escritor de Tríptico de la infamia aún no ha recibido el dinero. “Me dijeron que esperara tres meses. Espero que a principios de noviembre el premio me sea pagado. Las razones de esta demora no me han sido explicadas con claridad”.