Celebran el Año Nuevo Andino Amazónico 5531 en Bolivia

Con la llegada del solsticio de invierno en el hemisferio sur, miles de bolivianos, sobre todo de pueblos indígenas, celebraron este 21 de junio el Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco 5531 o “Willka Kuti” (Retorno del Sol) con actos que tuvieron su epicentro en las ruinas arqueológicas prehispánicas de Tiwanaku, y se replicaron en fiestas realizadas en localidades amazónicas, chaqueñas y centros mineros.

Los primeros rayos del sol llegaron a Tiwanaku, a 71 kilómetros de La Paz, a las 07:18 hora local y fueron recibidos en el lugar por alrededor de dos mil personas muy abrigadas para soportar el frío andino, con las palmas en alto dirigidas al astro, con “jallallas” o vivas para el nuevo año y con el sonido de “pututus”, que son cuernos de toro usados como instrumentos musicales de viento.

Para el ritual principal, los yatiris o chamanes aymaras de esa zona altiplánica instalaron un altar grande con ofrendas que contenían hojas de coca, incienso, dulces, lanas de varios colores, miel y fetos de llama bañados en alcohol, a los que luego prendieron fuego en honor a la Pachamama (Madre Tierra) y al Inti (Sol), siguiendo una tradición antigua.

La celebración se realizó con música y bailes andinos en las ruinas de lo que en tiempos prehispánicos fue el templo tiahuanacota y observatorio astronómico de Kalasasaya, donde está la Puerta del Sol, famosa por sus grabados de un icono que representa al Sol, y de seres alados que simbolizarían un calendario solar y lunar, según los arqueólogos del lugar.

Los actos fueron encabezados por el presidente de Bolivia, Luis Arce, y el vicepresidente David Choquehuanca, que es del pueblo aymara.

Como todos los asistentes, las dos autoridades lucieron muy abrigadas con ponchos andinos y levantaron las palmas al sol como señal de bienvenida del nuevo año, que desde el 2009 es festivo nacional en Bolivia.

El presidente de Bolivia, Luis Arce (centro), levanta sus manos para recibir los rayos del sol durante la celebración del año nuevo andino amazónico chaqueño 5531, en la ciudadela prehispánica de Tiahuanaco, Bolivia, este 21 de junio de 2023. © Luis Gandarillas / EFE

La celebración de los supuestos 5531 años de vida de las culturas andinas son el resultado de contar una antigüedad de 5.000 años antes de 1492 y de sumar otros 531 años desde la llegada de los españoles al nuevo continente.

“Renovamos nuestra devoción a la vida”

Arce saludó en aymara a los “mallkus” o autoridades indígenas, también a la Pachamama y al Inti, y reivindicó el carácter nacional de la festividad.

“Hoy renovamos nuestra devoción a la vida, nuestra devoción a la naturaleza, el vivir bien. Hoy es un día importante, hermanas y hermanos, en todo nuestro país. En el oriente, donde también están celebrando el Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco. En todo lado hoy es un día para llenarse de energía para nuevamente ratificar el compromiso de trabajar, de que nos vaya bien, de buenos augurios para todos nosotros”, dijo Arce.

En sus orígenes populares como fiesta de Año Nuevo, hace cuatro décadas, la celebración estaba centrada en la zona andina y era reivindicada por los aymaras; en 2005 el presidente Carlos Mesa declaró al “Año nuevo Aymara” como Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural, y en 2009, el entones jefe de Estado Evo Morales declaró feriado nacional para la fecha y le cambió el nombre a Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco, para reconocimiento de la plurinacionalidad.

La celebración, según las autoridades, se realiza en más de 230 lugares considerados sagrados por los pueblos indígenas del país. En la región de Santa Cruz (este), los guaraníes comenzaron el martes la festividad del Lucero del Alba, que incluye rituales en el fuerte inca de Samaipata.

En 2019, Naciones Unidas declaró el 21 de junio como Día Internacional del Solsticio para reconocer la importancia de la diversidad cultural universal y las antiguas tradiciones sobre los ciclos agrícolas y la producción de alimentos. A diferencia del hemisferio sur que celebra el solsticio de invierno, en el norte, se celebra el solsticio de verano.

La protección del patrimonio arqueológico

La celebración de la fiesta en medio de las ruinas arqueológicas siempre ha sido objeto de polémicas, ya que el lugar es un Patrimonio Mundial desde el 2000, cuando fue declarado así por la UNESCO.

Al respecto, el director del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku, Gonzalo Choque, dijo a France 24 que este año se dispuso de 800 uniformados, entre militares y policías, para garantizar la seguridad patrimonial, además de centenares de miembros de la “guardia indígena” organizada por autoridades aymaras.

Defendió que los pueblos andinos tienen muy arraigadas estas manifestaciones culturales vivas y es parte de su tradición ingresar hasta Tiwanaku, lo que se hace en condiciones de aforo manejables y protección del patrimonio ya que en el lugar todavía hay restos no desenterrados.

Calcula que alrededor de dos mil personas visitaron las ruinas este día.

Sobre las polémicas acerca de la antigüedad de 5.531 años, sostuvo que se basa en la existencia de antiguos pueblos de la zona andina con una data de 5.000 años, si bien reconoció que se trata de “temas debatibles, mientras avance la ciencia para que no tengamos dudas”.

“Estas ceremonias no están creadas por gente contemporánea, sino que datan de los tiempos de Tiwanaku porque hemos encontrado en entierros evidencias de ceremonias que dan validez a lo que estamos haciendo”, dijo.

Según la arqueología, Tiwanaku tuvo una antigüedad de 1.500 años a.C., y en su mayor desarrollo como estado expansivo llegó a lo que serían hoy territorios de Perú, y del norte de Chile y Argentina. AFP