Hoy se cumplen 135 años del fallecimiento del mirandino Cecilio Acosta, escritor, periodista, abogado y exponente del humanismo durante la segunda mitad del siglo XIX venezolano. Hijo de Ignacio Acosta y Juana Margarita Revete Martínez. Nació en San Diego de Los Altos el 01 de febrero de 1818 en una familia pobre, situación que influye en su vida estudiantil, profesional y pública.
Su primera formación estuvo a cargo del presbítero Mariano Fernández Fortique, quien luego se hizo famoso como orador, escritor y prelado. Dada la fecha de su nacimiento, Acosta formó parte junto a Juan Vicente González, Fermín Toro y Rafael María Baralt de la generación intelectual de la Independencia y la República.
En 1831, ingresa al Seminario Tridentino de Santa Rosa (Caracas), donde inicia la carrera sacerdotal, el conocimiento de los clásicos, el dominio de la lengua latina y una serie de lecturas decisivas en la gestación de su pensamiento. En 1840, abandona los estudios eclesiásticos para estudiar filosofía y derecho en la Universidad Central de Venezuela. Aunque obtuvo el título de abogado, no cambió su situación económica.
En 1846 Cecilio Acosta sale a la palestra pública al dar a conocer en los periódicos La Época y El Federal sus reflexiones sobre la tensa situación del país dividido entre conservadores y liberales. A partir de este momento el pensamiento de Cecilio Acosta se caracteriza por enfatizar en el humanismo y el liberalismo.
En 1848, siendo nombrado Secretario de la Facultad de Humanidades de la UCV, dicta las cátedras de Economía Política y de Legislación Universal Civil y Criminal (1853).
En 1870, durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, aunque en la Universidad Central se hacía sentir el impacto del positivismo y el determinismo, Cecilio Acosta representa un norte para los jóvenes y un puente entre la tradición humanista de Andrés Bello y las nuevas estéticas en ebullición.
Modelo de exquisita sensibilidad y belleza es su poema La casita blanca. Y su trabajo Cosas sabidas y cosas por saberse (1856) es de lo más sólido que produjo Acosta. En 1869 fue electo miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua.
Murió el 08 de julio de 1881 en la completa pobreza. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 5 de julio de 1937. Con motivo de su deceso, el gran poeta cubano José Martí escribió una bellísima necrología que comenzaba con esta frase: “Ya está hueca, y sin lumbre, aquella cabeza altiva, que fue cuna de tanta idea grandiosa”. Y terminaba con esta no menos hermosa: “¡Y cuando él alzó el vuelo, tenía limpias las alas!”
Su obra se mantuvo dispersa hasta que en 1908 cuando se intenta una primera recopilación; pero es sólo a partir de 1940, se procede a la divulgación de su pensamiento por medio de antologías. En 1981 la Fundación La Casa de Bello preparó la edición de sus Obras completas.
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