Bello mantuvo con Simón Bolívar la amistad respetuosa de quien dedica su existencia al mundo de bibliotecas y escritura, y ve encumbrarse hasta el pináculo de la gloria a uno de sus antiguos discípulos. El Libertador por su parte -se ve en su epistolario-, expresó siempre hacia don Andrés la deferencia y consideración que el guerrero y estadista ilustrado concede al hombre de elevada inteligencia y quien sin embargo permanece lejano a los campos de batalla
Nacido en Caracas en 1781, Andrés Bello, quien murió el 15 de octubre de 1865 en Santiago de Chile, recorrerá un extenso arco de funciones -bien como filósofo, jurista, poeta, educador, teórico de las relaciones internacionales, difusor de historia y geografía y astronomía, traductor, filólogo, o como organizador de instituciones y asesor de ministros y presidentes del Chile de su época-, legando al continente americano una de las obras mas voluminosas que se conozcan de un solo autor. Y en cada campo, legó textos que hoy siguen inspirando a numerosos investigadores.
UN POLÍMATA
Ciertamente que la incursión de Bello en los distintos campos del intelecto lo hizo acreedor a las palabras del científico Ignacio Domeyko cuando, en el acto de inhumación de don Andrés, el 15 de octubre de 1865, dijo “dudaría la razón que en una sola vida, un solo hombre pudiera saber tanto, hacer tanto y amar tanto”. He aquí, en las palabras del minerólogo polaco-chileno, el retrato de un polímata.
BELLO Y RODRÍGUEZ
Capítulo a dilucidar en la agenda de las nuevas cohortes de historiadores y educadores latinoamericanos es la relación y contraste entre las figuras de Andrés Bello y Simón Rodríguez. Leyendas tejidas sin sustento hacen correr la versión de que en las postrimerías de la Colonia, y en medio de una agria conversación, Rodríguez aporreó con un violín la humanidad de Bello. De lo que hay mayor evidencia es que en la vejez de ambos, don Simón compartió en Santiago de Chile la mesa de don Andrés, y que conversaron sobre el café de Caracas tan añorado por el último. Lo que sí es inocultable es la diferencia entre uno y otro respecto al modo de acometer, desde la educación, el drama histórico de nuestros países. Mientras Robinson cual Quijote de la enseñanza enfrentaba prejuicios y fundaba escuelas fallidas de ciudadanía para artesanos en aldeas suramericanas, Bello se acomodaba dentro del orden oligárquico de la época, para echar adelante proyectos de nuevas instituciones.
CON BOLÍVAR
Bello mantuvo con Simón Bolívar la amistad respetuosa de quien dedica su existencia al mundo de bibliotecas y escritura, y ve encumbrarse hasta el pináculo de la gloria a uno de sus antiguos discípulos. El Libertador por su parte -se ve en su epistolario-, expresó siempre hacia don Andrés la deferencia y consideración que el guerrero y estadista ilustrado concede al hombre de elevada inteligencia y quien sin embargo permanece lejano a los campos de batalla. Es una amistad en la cual ambas partes comprenden su rol para el éxito de la empresa republicana. Bolívar, hombre de vuelo de ideas y de acción en grado sublime, ha de dar valor a la contribución a que Bello está llamado en América una vez culminada la guerra contra España. De allí su llamado al Gobierno de Bogotá para que no dejase marchar a don Andrés a otro país de Nuestramérica, y le ofreciesen un cargo en la Gran Colombia desde el cual desplegase sus talentos, que no eran pocos.
“ES PRECISO FORMAR CIUDADANOS ÚTILES”
“Bello decía ‘no basta formar hombres hábiles en las altas profesiones; es preciso formar ciudadanos útiles, es preciso mejorar la sociedad y esto no se puede conseguir sin abrir el campo de los adelantamientos a la parte más numerosa de ella (…) No fijar la vista en los medios más a propósito para educarla, sería no interesarse en la prosperidad nacional (…)’. Andrés Bello era un católico practicante; su noción de humanista ve el mundo dentro de los moldes del humanismo burgués, pero adquiere algunas notas que lo acercan al humanismo moderno, democrático o socialista” [Luis Beltrán Prieto Figueroa, Obra Educativa de Andrés Bello (Prólogo al Vol XXI de las Obras Completas de Andrés Bello), Cs, 1982].