Omar Ávila «Supervivencia: Entre el aula y la calle»

Omar Ávila

La educación en Venezuela, alguna vez considerada un pilar fundamental del desarrollo nacional, ha sufrido un progresivo deterioro en las últimas décadas. Durante gran parte del siglo XX, las instituciones educativas venezolanas eran reconocidas en América Latina por su excelencia académica. Sin embargo, la situación comenzó a cambiar con las adaptaciones curriculares del sistema socialista y el declive económico del país, exacerbado por políticas ineficaces y corrupción.

Desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999, se implementaron diversas reformas educativas bajo la bandera del socialismo del siglo XXI. Aunque estas reformas buscaban ampliar el acceso a la educación, los resultados han sido mixtos. La infraestructura educativa se deterioró, y la calidad de la enseñanza comenzó a decaer, dejando consecuencias para la presente generación.

La crisis educativa actual en Venezuela se manifiesta de diversas formas. Los docentes enfrentan salarios miserables que no les permiten cubrir sus necesidades básicas, lo que ha llevado a muchos a abandonar la profesión o a buscar empleos adicionales para sobrevivir. Un caso emblemático es el del profesor Jorge Antonio, quien debido a la precaria situación económica se vio obligado a vender chichas junto a su familia. Este caso, destacado recientemente por la vicepresidenta Delcy Rodríguez en su visita a Puerto Ordaz, estado Bolívar, no refleja un éxito emprendedor, sino el fracaso del sistema educativo que no paga adecuadamente a sus docentes.

Los estudiantes también sufren las consecuencias. La falta de recursos, infraestructuras en mal estado, y la escasez de materiales educativos son problemas comunes. La deserción escolar ha aumentado, y los índices de calidad educativa han caído drásticamente. Esta situación ha creado una brecha generacional en términos de educación y oportunidades, limitando el futuro desarrollo del país.

La crisis educativa tiene un impacto directo en la economía venezolana. Un sistema educativo deteriorado produce una fuerza laboral mal preparada, incapaz de competir en un mercado global cada vez más exigente. La falta de formación adecuada impide el desarrollo de sectores clave como la tecnología y la industria, perpetuando la dependencia del país en la explotación de recursos naturales.

Políticamente, la situación es igualmente grave. La educación es un derecho humano fundamental y un pilar esencial para la democracia. La erosión del sistema educativo debilita la capacidad de la sociedad para participar de manera informada y activa en la vida política del país.

El caso del profesor Jorge Antonio ilustra de manera clara los problemas actuales del sistema educativo venezolano. Obligado a vender chichas para complementar su salario de docente, su situación no es un ejemplo de emprendimiento voluntario, sino de supervivencia en un contexto de precariedad laboral. La vicepresidenta Delcy Rodríguez, al presentar este caso como un ejemplo de éxito, ignora las verdaderas implicaciones y las causas subyacentes de la crisis educativa.

La realidad es que muchos educadores en Venezuela enfrentan una carga laboral exigente debido a la migración de docentes y el precario salario que reciben, no tienen más remedio que buscar ingresos adicionales. Esto no solo afecta su rendimiento profesional, sino también la calidad de la educación que pueden ofrecer a sus estudiantes. La misión de un educador es formar el futuro del país, pero sin una remuneración adecuada y condiciones de trabajo dignas, esta misión se ve gravemente comprometida.

Desde Unidad Visión Venezuela exhortamos a que situaciones como estas, no se tergiversen, celebren y mucho menos que se normalicen, cuando para abordar la crisis educativa en Venezuela, se deben implementar una serie de medidas que promuevan tanto la dignidad de los docentes como la calidad del sistema educativo.

Asegurar salarios justos y condiciones de trabajo adecuadas para los docentes es esencial. Esto incluye no sólo incrementos salariales, sino también beneficios sociales y oportunidades de desarrollo profesional.

Modernizar las instalaciones educativas es fundamental para ofrecer un entorno de aprendizaje adecuado en la era digital. Esto incluye la provisión de herramientas didácticas y recursos tecnológicos. Establecer programas de formación y actualización para los docentes, adaptados a las necesidades del siglo XXI, para asegurar una educación de calidad y mantenerse al día con los avances pedagógicos y tecnológicos

Si bien los microcréditos pueden ser útiles para quienes desean emprender, es crucial que estos no se vean como una solución a la precariedad laboral. Los docentes deben poder vivir dignamente de su profesión sin necesidad de buscar ingresos adicionales. Francamente, implementar reformas que aborden tanto la estructura del sistema educativo como su contenido, adaptándolo a las necesidades actuales del mercado laboral y las demandas sociales, es una acción que no se debe postergar.

La educación es un derecho fundamental y una inversión en el futuro del país. Para que Venezuela pueda salir del subdesarrollo y recuperar su posición en el ámbito global, es necesario priorizar la educación y ofrecer a los docentes las condiciones que merecen.