Los padres son el regalo más importante de cualquier hijo. De hecho, nuestros padres son los que se encargan de nosotros desde el momento en que nacemos, a quienes le debemos la vida entera y todo lo que hacen por nosotros: siempre están dispuesto a sacrificarse a sí mismos por vernos felices.
Es por eso y por mucho más que como hijos debemos ser muy agradecidos con ellos. Lo cierto es que existen algunos hijos que no aprecian el regalo que Dios les otorgó al darle a sus padres, muchos niños desearían tener uno, y es por eso que hacen y cometen acciones que ninguno de nosotros logramos entender.
Cuando nuestros padres se hacen más ancianos, requieren de mucho más cuidado y de nuestro infinito amor. Esto es lo que incluso les da el impulso para seguir en pie día a día: recibir todo nuestro cariño. Pero hay algunos padres desafortunados cuyos hijos deciden ingresarlo en un asilo y olvidarlo para siempre.
Mak Filiser es uno de estos padres olvidados para siempre por sus hijos. Este hombre fue ingresado en un asilo y las enfermeras le daban mejor trato que sus propios hijos. Falleció solo, pero dejó tras de sí una hermosa carta que nos hace cuestionarnos nuestra vida y el trato hacia nuestros padres.
“Escórbutico viejo” es el nombre del poema escrito por este hombre.
Cuando Mak murió las enfermeras hallaron en su cama una carta y cuando todo el personal del asilo la leyó quedaron destrozados en su corazón con las líneas que el viejo Mak había escrito.
Lo único que este hombre necesitaba era el amor de las personas las importantes de su vida: sus hijos.
Cuando me miras ¿Qué ves?
¿Ves a un hombre enfermo sin ganas de vivir?
¿Qué piensas cuando me ves?
¿Ves a un anciano, un poco torpe
con hábitos despreciables y mirada lejana
al que la comida simplemente le cae en la boca
y no responde a nada?
Ustedes todavía siguen tratando de que coma
y dicen en voz alta ¡Al menos inténtalo y pruébala!
Alguien que pierde su calcetín y sus zapatos
quien queriendo o sin querer les deja realizar su trabajo conmigo
Un viejo que extiende sus horas de baño y de comida
solo para acortar la duración de sus días
¿Es eso en lo que piensan cuando me ven?
Abran los ojos y véanme bien enfermeros…
No me están mirando a mi
Yo les diré quién verdaderamente soy.
Soy un bebé recién nacido
a quien su madre le da de comer.
Soy un niño de 10 años con padre, madre,
hermanos y hermanas que se quieren mucho.
Soy un adolescente de 16 años con mucha energía
quien sueña con encontrar en los próximos años la mujer de su vida. Un novio de 20 años con el corazón latente por su dama, que a los 24 años ya se ha casado con esa persona especial.
Soy un joven padre que cría a sus hijos.
Ya con 30 años y mis pequeños han crecido rápido,
pero hago lo posible por pasar ratos con ellos
para cultivar una relación que ha de durar mucho.
A mis 40, ellos ya son pre adultos y siguen creciendo,
unos ya se fueron de la casa, otros también se casarán,
pero a mi lado siempre estará mi querida esposa.
Con 50 años vuelvo a tener un bebé en mis brazos,
la alegría de ser abuelo es incomparable.
Los niños juegan en mis piernas y se divierten.
Pero días tristes vuelven a tocarme,
Mi amada esposa fallece.
Miraba al futuro con miedo y escalofríos.
Mis hijos hicieron su vida,
los nietos también lo han hecho,
entonces pienso en los años que ha pasado,
en aquel momento que conocí el amor.
Hoy soy un viejo sin fuerzas,
la naturaleza es muy cruel y no perdona.
Todos te miran con desprecio
como si fueran un inepto inservible.
Las fuerzas se van, la gracia desaparece,
te vuelves un puro cascaron,
aunque el joven introvertido todavía viva dentro.
Me acuerdo de las alegrías… del dolor,
Amo… vivo la vida de nuevo,
Pienso en los años, en lo rápida que se van,
entonces acepto la dura realidad,
Nada es para siempre.
Por eso enfermeros, les pido que abran los ojos.
No vean al anciano colérico,
acérquense más, un poco más,
¡Véanme a mí, al verdadero yo!
Este hermoso poema escrito desde la soledad, nos queda como reflexión sobre el trato que le damos a las personas que nos han dado la vida: abandonarlos cuando más nos necesitan sin duda alguna no es la salida. Lo mejor que podemos hacer por ellos es darles nuestro amor
Fuente: curiosidadesdelasalud.com
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