De los 1,8 millones de venezolanos que han cristalizado su propósito de emigrar durante los últimos 15 años -según datos del Informe sobre las Migraciones en el Mundo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)- no todos han encontrado lo que buscaban.
El sociólogo Miguel Blanco afirma, al Diario 2001, que se ha visto “en proporción con una tasa creciente de emigrantes, hay una tasa de retornos que está aumentando también” en el país.
Para blanco, las razones son muchas. Pero, “algunas tienen que ver con la imposibilidad de mantenerse fuera del país por la normativa jurídica o laboral en los países receptores”.
Por su parte, el también sociólogo Francisco Coello enfatiza, al mencionado diario, que de la ola de emigraciones que se ha producido en el país constituye, en parte, una salida desesperada de muchos venezolanos ante la crisis que presenta la nación; y el problema -dice- “es que cuando no se emigra por gusto sino por desesperación u obligación muy difícilmente se tendrá éxito afuera”.
“Cuando la emigración se constituye no en un proyecto sino en una salida desesperada representa un problema para el emigrante quien irremediablemente va a tener que volver al país del que estaba huyendo”, coincide Blanco.
Además el nivel económico de los emigrantes venezolanos – remarca Coello- es ahora mucho más bajo: “Mucha gente se va y no tienen un colchón económico y, si no encuentran trabajo, entran en picada y les toca regresarse”.
Mientras que en otros casos el especialista advierte que es lo emocional lo que inclina la balanza del regreso. “Hay casos en los que sólo un integrante de determinado grupo familiar se va a vivir al exterior, muchas de esas personas no aguantan la preocupación por los suyos y se devuelven”.
TESTIMONIO
“Las personas que conozco que les va mal en Estados Unidos o en donde sea es porque pretenden llegar a otro país a darse la vida que se daban en Venezuela. Esos son los primeros que regresan con las tablas en la cabeza. Una cosa es ir de vacaciones y otra ir a vivir a ese lugar”, señala una fuente anónima, al 2001, que se fue a Miami a vivir durante tres meses y volvió al país.
“Estar en Estados Unidos no era fácil para mi familia y para mí, sobre todo conseguir trabajo. En ningún momento estuvimos ilegales, pero no teníamos permiso laboral. Igual, siempre se encontraba algo. Yo trabajé lavando carros”, dice.